Los sellos de calidad de los cosméticos, institutos de la salud de la piel como es el caso de Cosmetic Analysis de Alemania, profesionales de la salud, y organizaciones mundiales de diversos continentes y países, llevan años alertándonos del uso indiscriminado de determinados ingredientes, nada recomendables, en la cosmética, que están alterando el equilibrio y la salud de la piel de todos nosotros.
Hoy en día los gigantes de la industria, que manejan el lobby de este lucrativo negocio, preocupados por el creciente auge de la cosmética natural, y temiendo que sus grandes imperios sufran las consecuencias de una población cada vez más sensibilizada y responsable, comienzan a reaccionar con fuerza, contra la cosmética natural, contra los estudios clínicos que llevan años denunciando sus químicos más baratos y rentables; Como consecuencia, se han puesto en pie y se han lanzado a una encarnizada batalla en defensa de sus intereses, ante la cual, el público de a pie queda indefenso.
Es por eso que ahora comienzan a surgir leyes en defensa de los parabenes, en los países más vulnerables al poder de esta industria, algo que muchos profesionales somos incapaces de comprender. Asistimos a una proliferación de artículos -en diversas redes, periódicos y blogs- que defienden el mundo de la química y denostan la cosmética natural, incluso vemos cómo surgen todo tipo de APPs gratuitas, de baja calidad y dudosa ética, que analizan los ingredientes de los cosméticos, y que califican de “baja eficacia” a aquellos cosméticos que son realmente naturales y responsables, a la vez que valoran como ingredientes químicos de alta toxicidad a aceites esenciales naturales o extractos de gran valor para la piel,… En definitiva, están creadas para favorecen la confusión y la desconfianza en la cosmética natural y sus ingredientes.
Este modo de actuar es algo muy común en el mundo mercantilista en el que nos ha tocado vivir, y una muestra más la tenemos en lo que nos explicaba un artículo del 18 de septiembre de 2015 recogido en el periódico de Galicia que nos alertaba del modo de actuar de estos poderosos magnates de la industria, que a fin de cuentas manejan el mundo, y ese artículo nos explicaba que:
“Es lógico que sea Francia el país que encamine la prohibición de las camas solares. Ya en 1998, y por el lobby que ejerció la empresa líder en cosmética de maquillaje nacida allí (L’Oréal), al detectar una ligera caída de las ventas allí donde crecía el uso de las camas solares, legisló limitando su uso y frenó en este país el ritmo de crecimiento de este servicio, en favor de vender maquillaje que, sobre una tez blanca, se hace indispensable.”
Por tanto, seamos realistas, nosotros como público, lo tenemos muy complicado en esta batalla, si deseamos preservar nuestra salud, ya que la práctica del lobby solo está al alcance de los más poderosos, aquellos con los suficientes recursos económicos como para dedicar personas, medios y tiempo a tratar de influir en los poderes públicos y manipular a una población indefensa por la falta de información.
Si nuestros Secretarios de Estado estuvieran obligado a hacer públicos todos los contactos que han tenido a la hora de realizar una legislación, por ejemplo, sobre los parabenes, y se viera que se han reunido cinco veces con presidentes de laboratorios multinacionales, colegios de farmacéuticos u otras entidades defensoras de estos activos, y ninguna con la plataforma de afectados por enfermedades de la piel, Institutos de la salud de la piel u organizaciones de cosmética saludable y natural, la ciudadanía tendría elementos de presión para forzar a que se escucharan al menos los argumentos de todas las partes. Pero no es así, no existe ni existirá de momento, una transparencia suficiente que nos permita comprender el “juego de poder” que condiciona nuestra vida cotidiana y nuestro comercio de la cosmética.
Y ante esto, solo podemos intentar concienciar y concienciarnos, aprender y formar, seguir difundiendo y luchar valientemente, en contra del sistema, para defender la salud propia y de nuestros seres queridos, en un mundo donde no interesa que seamos escuchados. Muchos lo sabemos ya, y los que tenemos esta información debemos continuar en nuestra defensa a ultranza de nuestra salud.
¡Porque, YA está bien de sufrir cada día más intolerancias, más dermatitis, alergias o enfermedades de diversas índoles y gravedades.! ¡Ya está bien de maltratar nuestra piel para enriquecer a una industria a la que no le importamos nada!
¡Ya está bien de asfixiar nuestra piel y generarnos todo tipo de problemas asociados, que fomentan curiosamente, que tengamos que invertir aún más en fármacos y cosméticos específicos para esas dolencias generadas!
¡Ya está bien! Dejemos respirar a nuestra piel, vamos a nutrirla, hidratarla y mimarla como merece.
Seamos conscientes de que, si aplicamos un producto cosmético con ingredientes plásticos como por ejemplo la parafina, en la piel se forma una finísima capa sobre la superficie que tapona los poros, evitando la transpiración y la penetración de nutrientes. Y como consecuencia, lo que parece una piel suave e hidratada no es más que el efecto visual que produce esa lámina plástica que se conoce comúnmente como EFECTO MÁSCARA.
Esta barrera plástica creada entre la dermis y el exterior impide la respiración y la función metabólica y excretora de la piel, lo que ocasiona la acumulación de toxinas. Así, los poros se taponan y se altera el equilibrio hidrolipídico de la piel y cuando retiramos el producto se produce un efecto rebote de sequedad al ser eliminados, ya que las parafinas líquidas, al no ser biodegradables, sólo se pueden retirar de la piel mediante lavados y arrastre mecánico.
¡Que no te engañen! El uso de productos cosméticos elaborados a base de silicona y parafina tiene un efecto muy negativo, especialmente para las pieles grasas, porque ese efecto asfixiante genera infecciones e impurezas, mientras que en las pieles secas acaba empeorando la formación de arrugas.
La parafina es un aceite mineral refinado a partir del petróleo, una especie de cera plástica que aparece en el listado oficial de ingredientes con los nombres de Petrolatum o Paraffinum. Es importante que sepamos que los ingredientes de los cosméticos aparecen en el etiquetado ordenados de mayor a menor. Es decir, el primer ingrediente en la lista será el que mayor porcentaje tenga en la fórmula de ese cosmético. Así que, si leemos Paraffinum Liquidum en un cosmético, es seguro que afectará negativamente a nuestra piel, pero si además aparece en los primeros lugares de la fórmula, es evidente que prácticamente todo lo que contiene ese cosmético es una sustancia plástica que afectará muy negativamente a nuestra piel.
En el caso de las siliconas, los nombres que verás en las formulas serán por ejemplo: Dimethicone, Dimethiconol, Siloxane, Syclohexasiloxane, Dimethicone copolyol, Cetyl dimethicone, Phenyl trimethicone. Cyclomethicone, Cyclopentasiloxane o, Amodimethicone.
En definitiva, todo lo que te suene a “Dimeticona” te indica que el cosmético busca generar en ti un efecto falso de suavidad y confort de la piel, utilizando sustancias plásticas colocadas sobre la superficie de tu rostro que la asfixiaran pero te engañará la sensación que percibes de ellos.
Por tanto ¡Cuidemos nuestra piel y salvémosla de estar asfixiada! Está en nuestras manos, solo tenemos que poner un poco de atención a los ingredientes de nuestros cosméticos.