Cada vez mas, e incluso fuera de los ámbitos puramente científicos, se ha despertado un afán por conocer el funcionamiento del cerebro. Uno de los aspectos que suscita más interés divulgativo es el análisis de la estructura del mismo en dos hemisferios: Izquierdo y Derecho
Sabemos que el Hemisferio Izquierdo reúne aquellas habilidades mas unidas al mundo racional (el habla como código de lenguaje, análisis racional, lenguaje numérico, ….).
Por el contrario, el Hemisferio Derecho pilota todo lo relativo al comportamiento, a la esfera emocional, al desarrollo creativo. Simplificando, diríamos que el hemisferio izquierdo resume el mundo de la razón y el derecho el de la emoción. Es decir, el mundo de las APTITUDES (conocimientos) vs el mundo de las ACTITUDES (comportamientos).
La humanidad, a partir del siglo XVI, (Descartes) ha priorizado las actividades racionales siendo ésta la base de la enseñanza practicada durante todos estos siglos. Y ello ha sido beneficioso para nuestra evolución social, habiéndonos permitido un desarrollo tecnológico sin igual; muy especialmente en los últimos cien años, como nunca había ocurrido previamente en la Historia de la Humanidad.
Fruto de esta evolución histórica, nuestra cultura prima hasta nuestros días las APTITUDES: los conocimientos por encima de todo.
Si atendemos a nuestro lenguaje, definimos como una persona sabia aquella que atesora conocimientos equiparando sabiduría a abarcar amplios conocimientos de muchas materias… Se estableció el coeficiente intelectual como el baremo que mide la valía de los individuos, estableciéndose el concepto “superdotado”; es decir, personas que están en la cúspide de la valía personal, por un mayor desarrollo de sus capacidades racionales, de su hemisferio izquierdo.
Si vamos a la esfera laboral, los test de inteligencia han sido, durante mucho tiempo, un criterio básico de selección de personal, valorándose, primordialmente, los conocimientos adquiridos y la capacidad de raciocinio como los pilares del talento laboral.
Y toda la estructura social ha versado en un sistema de enseñanza, basado únicamente en el desarrollo de las habilidades racionales, siendo todavía hoy en día el centro de una fabulosa inversión social e individual en estudios, masters, cursos etc.. , todos focalizados al desarrollo de nuestras APTITUDES.
Por el contrario nuestra civilización ha colocado en un segundo plano el desarrollo de actividades ligadas al hemisferio derecho del cerebro, a enseñarnos a modificar nuestros pensamientos, definir nuestros sentimientos y regir nuestras emociones. En definitiva, a dirigir nuestras ACTITUDES, de forma que sean lo más positivas posible para nuestra persona y los que nos rodean.
Hoy en día, una multitud de científicos, pensadores, filósofos …profundizan y ponen en valor la importancia de las ACTITUDES, realzando y abanderando un cambio de valoración hacia las ACTITUDES. Porque son estas las que nos hacen flexibles ante los avatares de la vida y nos permiten regir nuestro destino con responsabilidad. Aunque no es necesario para cerciorarnos de ello apelar a las investigaciones científicas.
Si observamos nuestro propio criterio personal a la hora de enfocar nuestras relaciones personales, veremos que también las basamos en la valoración de las ACTITUDES. Cuando nos enamoramos de una persona no solemos pedirle un examen de comprensión de inglés; a la hora de abrirnos a una amistad, no medimos previamente su coeficiente intelectual. Valoramos sus comportamientos, sus actitudes vitales, sus ACTITUDES.
Es hora de que coloquemos al “Dios del Conocimiento” en el puesto que le corresponde y lo equilibremos con la valoración del control y desarrollo emocional.
Para mi, nadie ha resumido con mayor brillantez esta dualidad como Albert Einstein:
“La mente intuitiva es un regalo sagrado
y la mente racional es un fiel sirviente.
Hemos creado una sociedad que
rinde honores al sirviente y ha olvidado al regalo”
Pronunciada hace mas de cincuenta años tiene un valor aún superior, por salir de la boca de una de las mentes matemáticas mas brillantes de la Historia de la Humanidad.
No estoy defendiendo que estudiar conocimientos sea una pérdida de tiempo. En absoluto. El reciclaje permanente de conocimientos es, y seguirá siendo, básico para poder desenvolvernos profesionalmente.
Pero si que aparece diáfano que lo que marca la diferencia en el ser humano no es el Intelecto, sino las actitudes vitales, el equilibrio emocional…
Acumular conocimientos no nos aporta un mejor desarrollo personal. Por ello, a nivel personal y social, debemos profundizar en el conocimiento de nuestro interior y en el desarrollo de ACTITUDES que nos conviertan en personas mas positivas y capaces de adaptarnos a los vaivenes de la vida, convirtiéndolos en palancas de desarrollo personal.
Como dice el refranero: “No es tu APTITUD sino tu ACTITUD quien determina tu ALTITUD”